Condena a Liberbank al pago de las costas por su actitud “temeraria” e “incomprensible” al seguir defendiendo las mismas tesis pese a que ha sido condenada “una y otra vez”.
El Juzgado de Primera Instancia nº2 de Santander ha apreciado daño
moral en la comercialización inadecuada por parte de Liberbank de
participaciones preferentes a una cliente, deportista profesional, quien
bajó su rendimiento deportivo como consecuencia del sufrimiento por no
poder recuperar el capital invertido.
La sentencia, notificada recientemente, declara la nulidad absoluta del
contrato entre Liberbank y la cliente, condena a la entidad bancaria a
devolverle los 54.000 euros invertidos y, además, a indemnizarle con
4.000 euros por daños morales.
Además, el juez aprecia una actitud “temeraria” e “incomprensible” en
Liberbank al seguir defendiendo unas tesis que reiteradamente han sido
rechazadas por los tribunales y le han valido ser “condenada una y otra
vez”.
Por ello, pese a que la estimación de la demanda de la deportista es
parcial –reclamaba una indemnización de 6.000 y no de 4.000 euros-, el
magistrado condena a Liberbank al abono de las costas.
NO QUISO ASUMIR RIESGOS
En la resolución, el magistrado indica que la cliente, pese a tratarse de una mujer de 36 años, tiene un “perfil conservador”.
Explica que cuando contrató estos productos financieros su carrera
deportiva se acercaba a su fase final, “circunstancia previsible y con
seguridad prevista”, lo que “hace incomprensible que se decidiera a
arriesgarse tan a última hora, cuando no lo había hecho nunca antes”.
De hecho, señala la sentencia que “carece de experiencia inversora
significativa” y que antes de contratar las preferentes “había sido
titular únicamente de depósitos a plazo fijo”.
“Lo propio, lo normal, en un deportista de élite es que atienda a esa
probable merma y cese de sus ingresos en la fase final de su desempeño
profesional y que con relación a las inversiones adopte un perfil
conservador, y es así que ésta siempre había sido la actitud de la
accionante”, añade la sentencia.
Al analizar el modo en que se comercializó el producto, indica el juez
que sólo se ha aportado un documento con información sobre las
preferentes que no es “ni completo ni claro”.
Añade que es “abigarrado y bizantino” y que “expresa nociones confusas
empleando un lenguaje críptico y con una grafía pequeña que no facilita
nada su comprensión”.
“Se trata de un ejemplo claro de sobreinformación frente a la
información de calidad que es obligada. Tantos datos y nociones
–continúa la resolución- ocultan lo que verdaderamente importa, que
queda enmascarado en un discursos técnico y muy poco accesible”.
Además, explica el juez que no consta que se le entregara la nota de
valores inscrita en la CNMV, ni el folleto informativo, “ni tan siquiera
una hoja de riesgos”.
No se le realizó el test de idoneidad obligatorio y sí se le hizo el de
conveniencia (que no era el procedente) con resultado de “no
conveniente”.
Por tanto, entiende el juez que “no se aprecia de ningún modo que se
haya cumplido con los requisitos legales mínimos de información que
permitieran a la afectada conocer las características de las preferentes.
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